Resumen: La trabajadora prestaba servicios de atención doméstica de una anciana, que falleció. Los hijos de la fallecida le encomendaron en los días siguientes la limpieza del domicilio, cesando seguidamente en la relación de servicios. Accionó por despido contra los mismos. El juzgado desestimó la demanda entendiendo que los hijos no fueron los empleadores, actuando simplemente como representantes de la madre cuando su estado de salud y edad avanzada no le permitía ejercitar dichas funciones. La Sala confirma la sentencia pues con arreglo al RD que regula la relación especial se considerará empleador al titular del hogar familiar, donde se presten los servicios domésticos. Todo ello en el caso de que la empleadora tenga las facultades mentales necesarias tanto para concertar el contrato, como para dirigir su ejecución durante el período de su vigencia. Los hijos vivían en domicilio distinto y su contacto con la empleada se debía a la enfermedad de la madre, sin que conste que antes de la misma no desempeñara la titular dichas funciones de control. El trabajo de los dos días últimos no fue un nuevo contrato sino una prestación por horas. No hubo por tanto despido sino extinción de contrato por fallecimiento de la empleadora. .
